Teletipo de caci
Pero el gordo se cansó pronto y paró para respirar. Tenía el pene fuera del pernil del pijama, tieso y grueso como un ariete, con aquel capullo casi de color azul.-¡Boca abajo! –me ordenó casi ahogado por el sofoco.-¡Boca abajo! Lo hice como pude y sentí el frío cañón de la pistola apretando duramente el agujero de mi culo. Los teletipos de El Norte protagonizaron una curiosa anécdota que años después rememoraban tanto Miguel Delibes como Fernando Altés Bustelo. Delibes, con motivo del cambio de sede del periódico al polígono de Argales (1995), recordaba con nostalgia la sede de Duque de la Victoria.